3 años después, pienso en cerrar mi cuenta de Instagram… para siempre.

Vamos por partes, que este artículo tiene miga.

La cuestión es que, desde hace algún tiempo, la idea de cerrar mi cuenta de Instagram y dedicarme exclusivamente a crear contenido en otras plataformas, no deja de rondarme la cabeza.

¿Que por qué no lo he hecho aún?

Buena pregunta. Al fin y al cabo, no soy una figura pública, ni tengo cientos de miles de seguidores, ni siquiera gano dinero directamente desde Instagram promocionando marcas, productos o servicios.

Hoy estoy, mañana no, y ahí terminaría la historia.

Pero eso, al menos para mí, nunca ha sido lo importante.

Lo importante para mí, lo que realmente me llevó a publicar por primera vez en la cuenta de @la_inmobiliaria_digital, fue lo siguiente.

Así empezó todo

Esta fue, oficialmente, la primera publicación de La inmobiliaria digital en Instagram.

En ese momento tenía 100 seguidores, incluyendo a mi familia, amigos y algún despistado.

Te puedo asegurar que no fue nada fácil para mí.

La exposición pública nunca me ha interesado. Prefiero ser de esas personas que no llaman la atención, que pasan desapercibidas, que son casi invisibles para el mundo. Vamos, de las que están detrás de cámaras.

El problema con eso es el siguiente, ¿con qué autoridad podía decir a los demás cómo utilizar una red social como Instagram en su negocio, sin demostrar antes que yo sabía cómo hacerlo?

La respuesta es… con ninguna autoridad. Así que me puse manos a la obra.

Recuerdo que, cuando empecé, publicaba entre 10 y 20 veces al día, todos los días de la semana.

En pocas semanas llegué a los 300 seguidores, en pocos meses a los 1000 y, poco a poco, a las más de 2500 personas maravillosas que me siguen hoy.

El proceso fue increíble.

Recibía comentarios y mensajes privados a todas horas, y mantenía conversaciones con personas hasta entonces desconocidas, todos los días.

La sensación de formar parte de una comunidad en la que todos y todas teníamos intereses comunes, compartir, colaborar, ayudarnos los unos a los otros y aprovechar la visibilidad de una plataforma como Instagram para crear algo nuevo, parecía lo más importante.

Entonces…

Entonces pasó algo.

De repente, las redes estaban llenas de trucos, guías, cursos y todo tipo de contenido dirigido a enseñarnos cómo crecer más rápido en Instagram.

Que si cuidado con los hashtags, que si publica en esta hora o en esta otra, que si las estadísticas, que si únete a esta cadena para ganar visibilidad, que si hacemos un grupo para ganar seguidores, que si sube contenido los lunes, pero no los jueves, etc.

Todo parecía importar más que la idea de generar el mejor contenido posible, o de conectar con los demás.

También explotaron los gurús de nuestra tan querida marca personal, convirtiendo miles de perfiles en copias casi idénticas las unas de las otras.

Al mismo tiempo, mientras el algoritmo de Instagram se convertía en el protagonista de la historia, TikTok, la red social nacida del matrimonio de conveniencia entre Douyin y Musica.ly, explotaba.

Las descargas se contaban por millones.

La fórmula de contenido breve, muy visual, entretenido y sin casi necesidad de edición, sumado a una sociedad confinada con poco que hacer, hizo que Instagram quedara para muchos, en segundo plano.

Y llegaron los Reels

Ante la imposibilidad de comprar TikTok, Instagram, o sea Facebook, o sea Meta, hizo lo que mejor sabe hacer: copiar.

Ya lo había hecho con anterioridad con Snapchat, la red social en la que se «inspiró» para crear las Stories.

La idea era simple…

Gracias a los Reels ahora tendríamos todo lo bueno de TikTok dentro de Instagram, por lo que nadie tendría que abandonar la plataforma de Meta.

Pero, en Instagram, las publicaciones «normales» cada día tenían menos alcance, unas pocas cuentas crecían mientras la mayoría permanecían estancadas, o peor aún, decrecían.

La publicidad invadía nuestros feeds y Stories y, poco a poco, cada vez más más personas reconocían estar perdiendo las ganas de entrar en la plataforma a diario.

Nuestra querida red social fotográfica ya no iba de consumir contenido interesante para nosotros, ni de conectar con personas interesadas en lo que hacíamos.

Pasarlo bien, disfrutar compartiendo lo que hacemos, conocer gente nueva, ampliar nuestra red de contactos, había dejado de ser lo importante.

Lo que realmente importaba ahora, era la estrategia.

Pero qué pasa si…

Qué pasa si no quiero crear Reels ni Stories.

Qué pasa si quiero utilizar Instagram como una red social en la que compartir lo que me dé la gana, sin estrategia.

Qué pasa si me apetece ponerme en privado, entrar solo un día a la semana o no poner hashtags cada vez que subo una foto.

Pues lo que pasa es muy sencillo de entender. No pasa nada, ni bueno ni malo.

Instagram no es de nuestra propiedad.

De hecho, nuestro único poder es el de instalar la aplicación.

Pero las normas y el funcionamiento de la red social, nos guste o no, no lo decidimos nosotros.

Y eso, al menos a mí, me parece bien.

Ahora bien, si no juegas siguiendo las normas, tus posibilidades de ganar se reducirán considerablemente.

Y aquí llega mi conclusión

Por el momento y a pesar de todo lo dicho, La inmobiliaria digital seguirá en Instagram.

Y seguirá porque tengo la enorme suerte de haber conectado con personas fantásticas, a las que sigo frecuentemente y con las que me mantengo en contacto, principalmente, a través de esta red social.

Por otro lado me sigo divirtiendo en ella.

Pero te diré algo, y esto es válido para mí y para cualquiera que esté leyendo este artículo, tenga una cuenta en Instagram o no.

Si solo creas contenido para tus redes sociales, todo el esfuerzo y tiempo que estás invirtiendo, podría desaparecer mañana, sin más.

Y eso es duro, porque para hacer crecer y mantener cualquier red social, hace falta mucho esfuerzo, y mucho tiempo.

En mi caso, si hubiera dedicado el tiempo que he dedicado a crear contenido en Instagram durante los últimos 3 años a, por ejemplo, practicar mi inglés, hoy tendría un nivel casi de nativo.

¿Qué quiero decir con esto?

Lo que quiero decir es que las redes sociales no son nuestras, como tampoco es nuestro nada de lo que compartimos en ellas.

Si mañana Instagram, Linkedin, TikTok o cualquier otra decidiera cambiar por completo su funcionamiento, o peor aún, cerrar, todo ese trabajo desparecería.

Sin contar que el contenido que creamos en esas redes es efímero. Lo que subes hoy, mañana apenas se ve y, en una semana, ya no existe.

La solución, o mejor dicho, la alternativa, es relativamente sencilla.

Lo primero y más obvio, es no poner todos los huevos en una única cesta.

Además de Instagram, tienes Linkedin, Pinterest, Facebook, Twitter, Vero, incluso TikTok.

A mí, por ejemplo, Pinterest me encanta, y lo utilizo en muchos de mis proyectos con buenos resultados.

En cambio, TikTok no me gusta nada.

Lo he probado, incluso he llegado a medio viralizar algún vídeo por probar. Pero es una red social en la que no me siento a gusto, y por eso no la he usado más.

En segundo lugar, crea contenido para buscadores que sea, además de bueno, evergreen.

El contenido evergreen es todo aquel contenido que seguirá siendo válido incluso años después de haberlo publicado.

Por ejemplo, las noticias de actualidad sobre el sector inmobiliario no son evergreen, pero un artículo en tu blog o un vídeo en Youtube que explique qué es el Home Staging, será igual de válido ahora que dentro de tres años.

Y te recomiendo crear contenido para buscadores como Google o YouTube, principalmente porque las personas los utilizan para buscar información cuando la necesitan.

Todo lo contrario de lo que sucede en Redes Sociales, en las que la mentalidad del consumidor de contenido suele ser «a ver qué me encuentro hoy».

Y, en tercer lugar, vive las redes sociales de una forma sana y consciente.

Si te producen ansiedad, si sientes que el hecho de no obtener los resultados que esperas te causa un malestar constante, si no disfrutas ni un poquito, presta atención.

Las redes sociales tienen muchas cosas buenas, sin duda. Pero también son un arma de doble filo que se puede volver en tu contra si no tienes cuidado.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.